En función del precio se derivan las ventas, la rentabilidad, y la tasa de penetración en el mercado. El precio, muchas veces, no es compatible con estos objetivos. A mayor precio, mayor rentabilidad, menores ventas, y según y cómo, menor participación en el mercado. Por otra parte, el precio es una variable que permite una comparación fácil entre productos y marcas competidoras.
Dada la gran competitividad el precio ha pasado a ser una de las variables más importantes, por cuanto el proceso tecnológico se ha acelerado y porque los productos tienen una vida cada vez más corta, por lo que hay que recuperar lo más rápidamente posible las inversiones realizadas; las marcas y productos poco diferenciados proliferan y hacen a los mercados mucho más sensibles a cualquier variación del precio.
Parece lógico pensar que el precio es una variable involucrada en la planificación estratégica de una empresa a largo plazo.
Las empresas parten de planteamientos estratégicos globales que afectan al conjunto de la organización y desde ahí se desglosan y se van concretando en planes más particulares de cada una de las áreas de la empresa.
Así es como las estrategias de marketing emanan de la planificación estratégica de la empresa. Una relación clara es la de política de producto-precio, pero realmente todas las variables del marketing mix (promoción y publicidad, distribución y producto) influyen en la determinación del precio. Porque la publicidad y la promoción hay que recuperarla con el precio, porque los márgenes de la distribución también, y además no es lo mismo vender en una tienda de lujo que en una tienda de barrio, y el producto evidentemente condiciona directamente el precio, tanto por sus costes como por la imagen que quiera conseguir. Por esto, las estrategias de precios deben coincidir con las de producto, y evitar el diseño de un bien de lujo por un valor que no coincida con esa imagen elitista.
En general se considera que el coste de los productos fija el precio mínimo, que estos pueden tener, puesto que de lo contrario perderíamos con cada producto que vendiéramos. Por otra parte los consumidores fijan el precio máximo que se pagará por algo. No importa cuánto quiera cobrar un fabricante, un producto vale lo que el mercado está dispuesto a pagar por él. Y siempre que la empresa pueda, lo normal es que entre medias de estos dos precios fije la empresa el precio actual.
Dada la gran competitividad el precio ha pasado a ser una de las variables más importantes, por cuanto el proceso tecnológico se ha acelerado y porque los productos tienen una vida cada vez más corta, por lo que hay que recuperar lo más rápidamente posible las inversiones realizadas; las marcas y productos poco diferenciados proliferan y hacen a los mercados mucho más sensibles a cualquier variación del precio.
Estrategias de precios estáticos.
Después de lo visto hasta ahora con la irrupción de los nuevos medios, vamos a ver al comienzo de este manual lo que podríamos denominar la concepción “clásica” de la fijación de precios, una forma que siempre estará presente ya que parte de la maximización de la rentabilidad de la actividad empresarial, con todas las modificaciones, nuevos paradigmas y formas de determinar precios siempre se mantendrán aspectos de la formación de precios que tenemos que conocer y tener en cuenta.Parece lógico pensar que el precio es una variable involucrada en la planificación estratégica de una empresa a largo plazo.
Las empresas parten de planteamientos estratégicos globales que afectan al conjunto de la organización y desde ahí se desglosan y se van concretando en planes más particulares de cada una de las áreas de la empresa.
Así es como las estrategias de marketing emanan de la planificación estratégica de la empresa. Una relación clara es la de política de producto-precio, pero realmente todas las variables del marketing mix (promoción y publicidad, distribución y producto) influyen en la determinación del precio. Porque la publicidad y la promoción hay que recuperarla con el precio, porque los márgenes de la distribución también, y además no es lo mismo vender en una tienda de lujo que en una tienda de barrio, y el producto evidentemente condiciona directamente el precio, tanto por sus costes como por la imagen que quiera conseguir. Por esto, las estrategias de precios deben coincidir con las de producto, y evitar el diseño de un bien de lujo por un valor que no coincida con esa imagen elitista.
En general se considera que el coste de los productos fija el precio mínimo, que estos pueden tener, puesto que de lo contrario perderíamos con cada producto que vendiéramos. Por otra parte los consumidores fijan el precio máximo que se pagará por algo. No importa cuánto quiera cobrar un fabricante, un producto vale lo que el mercado está dispuesto a pagar por él. Y siempre que la empresa pueda, lo normal es que entre medias de estos dos precios fije la empresa el precio actual.
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