Concepto de autoridad: de la antigüedad a la era moderna

GÉNESIS DE LA AUTORIDAD

Autoridad es la índole de una comunicación (orden) en una organización formal en virtud de la cual es aceptada por un contribuyente, o un miembro de la organización como la que rige la acción a la que contribuye, o un miembro de la organización como la que rige la acción a la que contribuye; esto es la que gobierna o determina lo que el hace, o lo que no ha de hacer en cuanto lo que se refiere a la organización: envuelve dos aspectos; primero, el subjetivo, personal la aceptación de una comunicación como autoritaria; y segundo, el aspecto objetivo, el carácter de la comunicación en virtud del cual es aceptada y que presento en la seguida sección: el sistema de coordinación.

Robert Michels en la monografía autoridad, de la enciclopedia de las ciencias sociales dice sea de origen personal o institucional, la autoridad es creada y mantenida por la opinión publica, la que, a su vez, esta condicionada por el sentimiento, el afecto, la reverencia o el fatalismo. Incluso cuando la autoridad descansa sobre la simple cohesión física es aceptada por los gobernados, aunque la aceptación se pueda deber al temor a la fuerza.

En ultimo análisis la autoridad fracasa por que muchos individuos consideran la carga que implica al aceptar ordenes necesarias, como alterar el equilibrio en desventaja de su interés y retiran o retienen las contribuciones indispensables.

EVOLUCIÓN DE LA HISTORIA

Con la caída del imperio romano, los pueblos de Europa occidental fueron reducidos a cubrir las necesidades elementales de la autoconservación. La necesidad primaria a que se enfrento un individuo fue la protección contra el asesinato, el robo y la violencia. Para asegurarse esta protección el individuo frecuente la busco en una persona mas poderosa que el, pagando como precio con su propia servidumbre, incluyendo la pérdida de la libertad individual y el nacimiento de una relación feudal.

Como consecuencia de esto creció la práctica entre los pobres y pequeños terratenientes de ceder la propiedad de sus tierras a cambio de protección.

La organización del feudalismo fue de "degradación", con grados descendentes de autoridad delegada.

El proceso de descentralización representado por esta pirámide fue posteriormente acentuado por el crecimiento de la instituciones de inmunidad o privilegio.

El principal problema fue determinar como preservar el apropiado equilibrio entre autoridad centralizada y autonomía local.

Finalmente, la organización feudal enseñó a los administradores que la delegación de autoridad no es una abdicación que el delegante siempre tiene la autoridad para recuperar lo que ha delegado y que la delegación confería, pero no transmitía autoridad.

CONSOLIDACIÓN DE LA AUTORIDAD COMO ELEMENTO REGULADOR EN LAS SOCIEDADES

Una personas puede y acepta una comunicación como autoritaria solo cuando prevalezcan cuatro condiciones simultáneamente:

Por ejemplo: una orden emitida en un lenguaje no inteligible para quien la recibe no es una orden en absoluto, nadie la consideraría así.

Que pueda entender y lo haga, la comunicación, una comunicación que, en el concepto de quien la recibe es incompatible con el propósito de la organización, tal y como el la entiende no puede ser aceptada. Una persona inteligente negara la autoridad de aquel que contradice el propósito del esfuerzo como el lo entiende.

Que en el momento de su decisión crea que no es incongruente con el propósito de la organización:

Si se cree que una comunicación implica una carga que destruye la ventaja de la conexión con la organización, no seguirá siendo un incentivo para el individuo el contribuir. La existencia de un incentivo es la única razón para aceptar cualquier orden reconociendo su autoridad.

Que en el momento de su decisión crea que es compatible con su interés personal como un todo.

Que sea capaz de acatarla física y mentalmente.

Si una persona es incapaz de cumplir una orden, evidentemente tiene que desobedecerla, o mas, bien ignorarla. El caso habitual es ordenar a un hombre que haga una cosa un poco por encima de su capacidad; pero un poco imposible es un poco es un poco imposible.

FORMAS DE COOPERAR HACIA LA AUTORIDAD

No existe principio de conducta directiva mejor establecido, en las buenas organizaciones, que el de que no se emitirán ordenes que no puedan obedecerse o que no se obedecerán.

Las ordenes que se emiten deliberadamente en organizaciones duraderas cumplen habitualmente con las cuatro condiciones antes mencionadas.

La frase zona de indiferencia puede explicarse como sigue:

Si todas las ordenes de acciones razonablemente practicables se dispusieran en el orden de su aceptabilidad para la persona afectadas, puede comprenderse que hay un numero de ellas que son claramente inaceptables esto es, que con seguridad no se obedecerán hay otro grupo mas o menos en la línea neutral, es decir o apenas aceptables o inaceptables; y un tercer grupo de aceptables sin discusión. Este ultimo grupo se encuentra en la zona de indiferencia.

En cada individuo existe una zona de indiferencia dentro del cual las ordenes son aceptables sin interrogatorio consciente de su autoridad;

Los intereses de las personas que contribuyen a una organización como grupo dan por resultado el ejercicio de una influencia sobre el tema, o sobre la actitud del individuo, que mantiene cierta estabilidad de esta zona de indiferencia.

Puesto que la organización de la eficacia se afecta en el grado en que los individuos consientes las ordenes, denegar la autoridad de la comunicación de una organización constituye una amenaza para los intereses de todos los individuos que obtienen una ventaja de su conexión con la organización a menos que las ordenes sean también inaceptables para ellos.

LA FICCIÓN DE LA AUTORIDAD SUPERIOR ES NECESARIA POR DOS RAZONES PRINCIPALES:

Es el proceso mediante el cual el individuo delega hacia arriba o en la organización, la responsabilidad de lo que es una decisión de la organización, una acción que se despersonaliza por el hecho de su carácter coordinado. Esto significa que si se ignora una instrucción, tiene que aceptarse el riesgo de que un directivo este equivocado; un riesgo que el individuo no puede aceptar, y habitualmente no lo hace, a menos que, en realidad, su posición sea tan buena por lo menos como la de otro respecto a la valuación correcta de la situación pertinente.

La ficción proporciona un aviso impersonal de que lo que esta en juego es el bien de la organización. Si se hace burla de la autoridad objetiva por razones arbitrarias o simplemente temperamentales si, en otras palabras, existe un intento deliberado de cambiar una demanda de la organización en ventaja personal, en lugar de salvaguardar correctamente un interés personal importante, entonces hay un ataque deliberado a la misma organización.

EL SISTEMA DE COORDINACIÓN

La autoridad ha sido definida en parte como el carácter de una comunicación en una organización formal.

Estas prácticas confirman la declaración de que en una organización formal, la autoridad esta emparentada con la comunicación. A menudo se presentan ocasiones de fuerza compulsivas de individuos y de grupos hostiles; pero la autoridad esta siempre relacionada con algo siempre dentro de un sistema organizado en forma definida. La palabra autoridad se emplea rara vez, excepto cuando existe o implica una conexión con una organización formal.

Una comunicación goza de la presunción de autoridad cuando se origina en fuentes de información de la organización, un centro de comunicaciones, mejor que de fuentes individuales. Sin embargo, pierde esta presunción si no se halla dentro del alcance de este centro. También, se pierde la presunción si la comunicación muestra una ausencia de ajuste a la situación real que confronta el receptor de ella.

No puede haber autoridad sin la correspondiente responsabilidad. Una expresión mas exacta seria que no se puede atribuir autoridad a personas en puestos de organización, a menos que este dominadas subjetivamente por la compañía, en cuanto se refiere a sus decisiones.

LÍNEAS DE AUTORIDAD

Ahora podemos considerar los factores controladores del carácter del sistema de comunicación como un sistema de autoridad objetiva.

El primero es que los canales de comunicación deben ser conocidos en forma definida.

A continuación podemos decir que la autoridad objetiva requiere un canal formal definido de comunicación en cada miembro de una organización.

Otro factor es que la línea de comunicación tiene que ser tan directa o corta como sea posible.

En principio debe emplearse habitualmente la línea de comunicación completa.

Así mismo la capacidad de las personas que sirven como centros de comunicación, o sea; funcionarios y supervisores, tiene que ser adecuada.

Además, la línea de comunicación no se debe interrumpir durante el tiempo en que debe funcionar la organización.

El ultimo es que toda comunicación deber ser autentificada.

RECONCILIACIÓN CON LOS CONCEPTOS LEGALES

Los conceptos legalistas de la autoridad, por lo menos algo diferente de los que hemos presentado, parecen apoyarse en las relaciones entre las organizaciones superior y subsidiaria.

La autoridad es otro nombre de la buena voluntad y la capacidad de los individuos para someterse a las necesidades de los sistemas cooperativos. La autoridad surge de las limitaciones tecnológicas y sociales de los sistemas cooperativos, por una parte, y de los individuos de la otra. De aquí que la condición de autoridad en una sociedad es la medida, tanto el desarrollo de los individuos, como de las condiciones tecnológicas y sociales de la sociedad.

Los tipos de autoridad y las relaciones organizacionales.

Una superior toma de decisiones y las comunica a un subordinado, quien a su vez toma decisiones y las comunica a sus sub-subordinado, y así sucesivamente, forma una línea desde la cumbre hasta un nivel inferior dela estructura organizacional. Esta línea consta de una serie interrumpida de pasos de autoridad y forma un arreglo jerárquico presente en todo tipo de organización formal.

Significa básicamente bastón que se lleva en la mano para apoyarse, autoridad utilizada para apoyar la autoridad de línea. En tanto que el funcionario de línea tiene autoridad directa sobre otros individuos t puede ordenar quelas ideas sean utilizadas, una persona de staff por lo general debe vender sus ideas al personal de línea sobre la base de sus méritos.

LAS ORGANIZACIONES DE LINEA STAFF

Muestra una estructura organizacional que indica cuales son las relaciones organizacionales de línea y cuales son las de staff.

ESTRUCTURA ORGANZACIONAL DE LINEA Y STAFF

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AUTORIDAD STAFF ASESOR

Estudia los problemas ofrece sugerencias y prepara planes para el uso y la ayuda del gerente de línea. Es recomendar asesorar, no sencillamente confirmar y sugerir solo lo que el de línea desee escuchar.

AUTORIDAD DE STAFF DE SERVICIO 

Tiene una relación de autoridad de servicio, no una relación asesora con el gerente de línea. Las unidades de servicio que consiste en actividades que han sido separadas del trabajo de línea.

AUTORIDAD DE STAFF DE CONTROL

No solo asesora, controla y restringe la autoridad de línea.

AUTORIDAD DE STAFF FUNCIONAL

Es debido a que tal autoridad especifica o concierne a solo ciertas funciones.

Autoridad representa la fuerza inherente:
Para ordenar dar instrucciones y;
Asumir responsabilidades.

Autoridad formal: la autoridad formal es la que otorga el nombramiento y;
La posición definida en el organismo.

Autoridad personal: la autoridad personal es la suma de cualidades y;
Perfeccionamiento del individuo.

CONCEPTO DE AUTORIDAD DE NICOLAS MAQUIAVELO

LA AUTORIDAD PARA MAQUIVELO

Dependencia de la aprobación de las masas: Maquiavelo reitero frecuentemente el tema de que la existencia continuada de cualquier gobierno sea monárquico, aristocrático o democrático, depende del apoyo de las masas. Esto claramente establece el conocimiento de Maquiavelo de la aceptada teoría de que la autoridad fluye de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo, un concepto considerado por muchos eruditos como originado en el siglo XX.

INFLUENCIA DE MAQUIAVELO EN LA ERA MODERNA

Leer a Maquiavelo o su obra "El Príncipe", es enfrentarnos al triunfo del espíritu renacentista sobre la religión, como también al lado más creador y sombrío de los hombres por obtener el poder, conservarlo y expandirlo en las justas proporciones que podamos gobernarlo y protegerlo, en la ardua e inconclusa tarea de manejar el poder ante la sociedad.
Generalmente se afirma que la historia es el registro de los actos de los hombres a través del tiempo. Desde esa interpretación, Nicolás Maquiavelo ve la disolución de una era y/o del mundo medieval, y el nacimiento de una nueva realidad en la que el hombre, vuelve a ser la preocupación esencial de todas las cosas: el renacimiento.

Si la política debía ser el arte de lo posible, para Maquiavelo, ello significaba que ésta debía de basarse en realidades. Las necesidades de cambio que él formuló, para su tiempo, fueron extraídas de su observación del mundo material y del estado de ánimo colectivo de sus compatriotas.

Sin embargo, en "El Príncipe", también se encuentra la reivindicación del estado moderno como articulador de las relaciones sociales y la necesidad de que los hombres vivan en libertad.

EL CONCEPTO DE AUTORIDAD DE MAQUIAVELO AL SIGLO XX

TOMAS MORO EN INGLATERRA

Tomás Moro escribió bastantes libros. Muchos de ellos contra los protestantes, pero el más famoso es el que se llama utopía. Esta es una palabra que significa: "lo que no existe" (u=no. Topos: lugar. Lo que no tiene lugar). En ese libro describe una nación que en realidad no existe pero que debería existir. En su escrito ataca fuertemente las injusticias que cometen los ricos y los altos del gobierno con los pobres y los desprotegidos y va describiendo cómo debería ser una nación ideal. Esta obra lo hizo muy conocido en toda Europa.

El joven abogado Tomás Moro fue aceptado como profesor de uno de los más prestigiosos colegios de Londres. Luego fue elegido como secretario del alcalde de la capital. En 1529 fue nombrado canciller o ministro de relaciones exteriores. Pero este altísimo cargo no cambió en nada su sencillez. Siguió asistiendo a misa cada día, confesándose con frecuencia y comulgando. Tratable y amable con todos. Alguien llegó a afirmar: "parece que lo hubieran elegido canciller, solamente para poder favorecer más a los pobres y desamparados". Otro añadía: "el rey no pudo encontrar otro mejor consejero que este". Pero Tomás, que conocía bien cómo era enrique viii, declaraba con su fino humor: "el rey es de tal manera que si le ofrecen una buena casa por mi cabeza, me la mandará cortar de inmediato".

Ya llevaba dos años como canciller cuando sucedió en Inglaterra un hecho terrible contra la religión católica. El impúdico rey Enrique VIII se divorció de su legítima esposa y se fue a vivir con la concubina Ana Bolena. Y como el sumo pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró jefe supremo de la religión de la nación, y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del papa en roma. Muchos católicos tendrían que morir por oponerse a todo esto.

Tomás Moro no aceptó ninguno de los terribilísimos errores del malvado rey: ni el divorcio ni el que tratara de reemplazar al sumo pontífice. Entonces fue destituido de su alto puesto, le confiscaron sus bienes y el rey lo mandó encerrar como prisionero de la espantosa torre de Londres. Tomás Moro y Juan Fisher fueron los dos principales de todos los altos funcionarios de la capital que se negaron a aceptar tan grandes infamias del monarca. Y ambos fueron llevados a la torre fatídica. Allí estuvo Tomás encerrado durante 15 meses.

Verdaderamente hermosas son las cartas que desde la cárcel escribió este gran sabio a su hija margarita que estaba muy desconsolada por la prisión de su padre. En ellas le dice: "con esta cárcel estoy pagando a dios por los pecados que he cometido en mi vida. Los sufrimientos de esta prisión seguramente me van a disminuir las penas que me esperan en el purgatorio. Recuerda hija mía, que nada podrá pasar si dios no permite que me suceda. Y todo lo permite dios para bien de los que lo aman. Y lo que el buen dios permite que nos suceda es lo mejor, aunque no lo entendamos, ni nos parezca así".

Escritor jesuita, nacido en talavera, Toledo, España, probablemente en abril de 1536; murió en Toledo, el 16 de febrero de 1624.

Se trata de uno de los miembros más calumniados de la compañía de Jesús, debido a las opiniones expuestas en su libro "De rege et regis institutione" acerca del tiranicidio. Entró en la compañía de Jesús el 1 de enero de 1554. No se conoce nada más sobre sus padres o sus antecedentes familiares.

Constituye una prueba de su talento el hecho de que en una fecha tan temprana como 1561, después de haber concluido su estudios, fue llamado por sus superiores a roma, donde enseñó teología durante 4 años. Después de una breve estancia en Sicilia, ocupó la cátedra de teología en parís (1569-1574) pero fue obligado a regresar a España por razones de salud. Aquí residió largo tiempo en Toledo, dedicado casi exclusivamente a la labor literaria.

Entre sus trabajos literarios el más importante es, sin duda, su gran obra sobre la historia de España, que todavía hoy es recordada. Incluso en 1854 se publicó en Madrid una edición ampliada y con numerosos grabados actualizada hasta ese año. La obra apareció, inicialmente como "Historiae de rebus hispaniae libri XX. Toleti, typis p. Roderici, 1592". Una edición posterior más avanzada del propio recopilador es "de rebus hispaniae libri xxx", que se publicó en Maguncia en 1605. Esta edición lleva el imprimatur de la orden para los treinta libros, otorgado por Esteban Ojeda, visitador desde diciembre de1598, y del provincial desde 1604. El autor durante este tiempo había vertido la edición latina al español y esta apareció completa en Toledo en 1601, conteniendo los treinta libros de la edición latina. Esta tuvo un gran número de ediciones durante la vida del autor y otras después de su muerte.

La segunda obra publicada es la mencionada anteriormente, "De rege et regis institutione libre III et Phillippum III hispaniae regem catholicum, 1599". Esta obra fue escrita a petición del tutor (garcía loaysa) de los príncipes y a expensas de Felipe II, pero estaba dedicada a Felipe III, que entretanto se había convertido en rey. No encontró oposición ni en el rey ni en ningún lugar de España; evidentemente estaba pensada para educar al rey como verdadero padre de su pueblo y como un modelo de virtud para toda la nación. El Dr. Leutbecher (Erlangen, 1830), protestante, expresó su opinión sobre el libro en los siguientes términos: "el excelente espejo de príncipes de mariana... Contiene más materia saludable para la educación de los futuros reyes que cualquier otro espejos de príncipes y, merece el respeto tanto de los propios reyes como de sus propios preceptores… Ojalá que todos lo reyes fueran como mariana quería que fuesen" ciertamente el libro contenía una visión errónea favorable al asesinato de Enrique III de Francia y, defendía, aunque con muchas restricciones y precauciones, la deposición y asesinato del tirano.

JUAN DE MARIANA EN ESPAÑA, MONTESQUIEU Y VOLTAIRE EN FRANCIA.

Charles-Louis de Montesquieu (1689-1755), escritor y jurista francés nacido en el castillo de la Brède y conocido universalmente por sus cartas persas y el espíritu de las leyes.

Estudió en la escuela de oratoria de Juilly y posteriormente en burdeos. En 1714 se convirtió en consejero del parlamento de burdeos, del que fue presidente entre 1716 y 1728. Montesquieu destacó por primera vez como escritor con sus cartas persas (1721). En esta obra, mediante el recurso de la relación epistolar entre dos aristócratas persas de viaje por Europa, Montesquieu hace una sátira de los políticos franceses de su tiempo, así como de las condiciones sociales, los asuntos eclesiásticos y la literatura de la época. El libro adquirió rápidamente una enorme popularidad. El escritor español josé cadalso lo tuvo como modelo para sus cartas marruecas.

Fue una de las primeras obras de la ilustración, que, con su crítica a las instituciones francesas durante la monarquía de la casa de borbón, ya anunciaba el germen de la revolución francesa. La fama que adquirió Montesquieu con ésta le abrió las puertas de la academia francesa en 1728. Su segunda obra sobresaliente fue consideraciones sobre las causas de la grandeza y decadencia de los romanos (1734), una de las primeras obras importantes en la filosofía de la historia.

PENSAMIENTOS DE MONTESQUIEU

Analiza las tres principales formas de gobierno (república, monarquía y despotismo) y establece las relaciones que existen entre las áreas geográficas y climáticas y las circunstancias generales y las formas de gobierno que se producen. Sostiene también que debe darse una separación y un equilibrio entre los distintos poderes a fin de garantizar los derechos y las libertades individuales.

PENSAMIENTOS DE VOLTAIRE

Esencialmente, rechazó todo lo que fuera irracional e incomprensible y animó a sus contemporáneos a luchar activamente contra la intolerancia, la tiranía y la superstición. Su moral estaba fundada en la creencia en la libertad de pensamiento y el respeto a todos los individuos, y sostuvo que la literatura debía ocuparse de los problemas de su tiempo. Estas opiniones convirtieron a Voltaire en una figura clave del movimiento filosófico del siglo xviii ejemplificado en los escritores de la famosa enciclopedia francesa. Su defensa de una literatura comprometida con los problemas sociales hace que Voltaire sea considerado como un predecesor de escritores del siglo xx como Jean-Paul Sartre y otros existencialistas franceses.

AUTORIDAD Y AUTORITARISMO EN EL CAPITALISMO.

Son muchos los errores de algunos estudios sociales que se basan en confusiones conceptuales más o menos conocidas por sus diseñadores. Últimamente es el sector educativo el más castigado en este sentido, especialmente por lo que respecta a la cuestión de la convivencia en las aulas. Según datos recientes de una encuesta del centro de investigaciones sociológicas, más del 60% de los profesores carecen de autoridad y un estudio presentado ante la UNESCO, "educar en y para el conflicto", advierte de la ignorancia pedagógica de los profesores para resolver conflictos (el país, 7.10.02). Ambos son víctimas de una de esas perniciosas confusiones, favorecidas ampliamente por el estamento psicopedagógico.

Ante el actual clima de indisciplina en los institutos no se trata de decir que "los profesores no tienen autoridad", en el sentido en que lo expone el profesor de la universidad autónoma de Barcelona, Paco Cascón: "la autoridad es algo que no se impone, te la dan los demás y la ganas con la coherencia, el diálogo, la escucha y el respeto". Dicho así parece que los profesores de hoy en día son patéticos seres incapaces de recibir el respeto de sus sabios alumnos, en condiciones de valorar todos ellos las cualidades de las que carecen los pobres espíritus del colectivo del 68% (que, según las encuestas, es el porcentaje de veces en que los incidentes de las aulas se saldan con insultos al profesorado). El profesor no sabe ganarse el respeto sin ser autoritario al estilo franquista, que sigue siendo la bestia negra que siempre nos frecuenta cuando se menciona la delicada cuestión de la sanción ante la infracción de las normas. Desde luego, está más que claro que autoridad y autoritarismo son cosas distintas, como también lo está que alguien que diga que todo conflicto puede resolverse por diálogo sin sanciones no ha sido profesional de la tiza desde hace mucho y que es un completo ignorante de la difícil realidad actual de las aulas. Pero es que la edulcorada teoría del consenso sólo es posible, como cualquier persona mínimamente inteligente sabe, cuando existe una base común presupuesta entre ambas partes, y ese no es el caso cuando se trata de lidiar con ciertos elementos que merecen el calificativo de ‘desertores escolares’: visitantes de las aulas en cuerpo, pero no en alma, que hacen todo lo posible por evitar que los demás se sumen a la práctica educativa en un esfuerzo por socializar a los demás en su tendencia aversiva por el aprendizaje. Tantas teorías psicopedagógicas, lejos de ser útiles, no hacen sino propiciar un proceso tan psicológicamente explicable como socialmente pernicioso, que es la negación del problema.

EL SOCIALISMO

Los alumnos, en general, buscan subvertir el orden establecido, y con ello no hacen sino reclamar a gritos, casi con desesperación, un molde que ponga freno a sus pulsiones naturales. La permanente ausencia de ese molde favorece el desbordamiento apático de esas energías que debieran ser bien canalizadas en su propio beneficio educativo. Y eso sólo se consigue estableciendo unas reglas de juego donde ambas partes saben cuándo ganan y cuándo pierden. La existencia de límites sin sanciones es como la de la casita de chocolate de Hansel y Gretel.

Según estos teóricos de la nada, si los conflictos en el aula no se resuelven es por incapacidad del profesor por saldarlos, cuando realmente la razón se halla en la falsa identificación entre ‘autoridad’ y ‘autoritarismo’, que desprestigia socialmente cualquier intento de marcar límites estableciendo sanciones, una práctica generada entre los padres actuales que no quieren reproducir modelos del pasado ni sumar a sus obligaciones laborales la dura tarea de educar realmente a sus hijos por puro miedo a perder su cariño, el que con certeza les será arrebatado cuando, de adultos, varias generaciones de malcriados les echen en cara su negligencia en la modelación de un carácter atemperado y maduro.

EL NACIONALSOCIALISMO

La bandera del nacionalsocialismo fue levantada desde el comienzo por los cuadros medios y subalternos del antiguo ejército. Cubiertos de medallas por sus servicios señalados, los oficiales, en activo o retirados, no podían entender que su heroísmo y sus sufrimientos por la patria no sólo se hubieran malogrado, sino que tampoco les diera un derecho especial al reconocimiento. De ahí su odio a la revolución y al proletariado. Al mismo tiempo, no querían conformarse a ser relegados por los banqueros, industriales y ministros a los modestos empleos de tenderos, ingenieros, empleados de correos y maestros. De ahí su «socialismo». En el y ser y en Verdún, habían aprendido a arriesgar su vida y la de los demás, y a hablar el lenguaje de mando, que intimidaba poderosamente a los pequeños burgueses de la retaguardia. De este modo, esos individuos se convirtieron en dirigentes.

Al comienzo de su carrera política, Hitler resistió sólo a causa de su gran temperamento, de una voz más fuerte que la de los otros, y una mediocridad intelectual mucho más autosuficiente. No puso en marcha ningún programa acabado, si se descarta la sed de venganza del soldado. Hitler empezó con ofensas y quejas sobre los términos de Versalles, el elevado coste de la vida, la falta de respeto hacia el digno oficial retirado, y las intrigas de los banqueros y periodistas del credo de Moisés. El país estaba lleno de gente arruinada, anegada, con cicatrices y heridas recientes. Todos ellos querían aporrear la mesa con su puño. Hitler podía hacerlo mejor que los demás. Ciertamente, no sabía cómo curar el mal. Pero sus arengas resonaban a veces como órdenes, a veces como ruegos dirigidos a un destino inexorable. Las clases condenadas, como los enfermos incurables, no se cansan de hacer variaciones sobre sus quejas ni de escuchar consuelo. Todos los discursos de Hitler armonizaban con este tono. Un sentimentalismo informe, una ausencia de pensamiento disciplinado, una ignorancia pareja a una erudición desordenada: todos estos menos se convirtieron en más. Le proporcionaron la posibilidad de unificar todos a los tipos de descontento en el crisol de mendigo del nacionalsocialismo, y de dirigir a la masa en la dirección en que aquélla le empujaba. En la memoria del agitador se conservaba, de entre todas sus primeras improvisaciones, aquello que había encontrado aprobación. Sus ideas políticas fueron fruto de una acústica oratoria. Así es como se realizó la selección de consignas. Así es como se consolidó el programa. Así es como de la materia prima tomó forma el «jefe».

Mussolini, desde el comienzo mismo, reaccionó más conscientemente ante los materiales sociales que Hitler, mucho más próximo al misticismo policiaco de Metternich que al álgebra política de Maquiavelo. Intelectualmente, Mussolini es más audaz y más cínico. Puede decirse que el ateo romano sólo utiliza la religión de la misma forma que la policía y los tribunales, en tanto que su colega berlinés cree realmente en la infalibilidad de la iglesia de roma. Durante la época en que el futuro dictador italiano consideraba a Marx como «nuestro común maestro inmortal», defendía, no sin habilidad, la teoría que contempla en la vida de la sociedad contemporánea ante todo la acción recíproca de dos clases, la burguesía y el proletariado. Ciertamente, escribía Mussolini en 1914, entre ellas hay numerosas capas intermedias que aparentemente constituyen «un tejido conjuntivo del colectivo humano»; pero «durante los periodos de crisis, las clases intermedias gravitan, según sus ideas e intereses, hacia una u otra de las clases fundamentales». ¡una muy importante generalización! Igual que la medicina científica proporciona no sólo la posibilidad de curar al enfermo, sino de enviar al sano a reunirse con sus antepasados por el camino más corto, así el análisis científico de las relaciones de clase, predestinado por su creador a la movilización del proletariado, permitió a Mussolini, después de haber saltado al campo opuesto, movilizar a las clases medias contra el proletariado. Hitler realizó la misma proeza al traducir la metodología del fascismo al lenguaje del misticismo alemán.

Las hogueras en que arde la impía literatura del marxismo iluminan radiantemente la naturaleza de clase del nacionalsocialismo. Aun cuando los nazis actuaban como partido y no como poder estatal, no pudieron acercarse en absoluto a la clase obrera. Por otra parte, la gran burguesía, incluso aquélla que apoyó a Hitler financieramente, no los considera como su partido. El «renacimiento» nacional descansa por completo en las clases medias, la parte más atrasada de la nación, el pesado lastre de la historia. El arte político consiste en fundir la unidad de la pequeña burguesía mediante su hostilidad común hacia el proletariado. ¿Qué hay que hacer para mejorar las cosas? Ante todo, aplastar a los que están abajo. Impotente ante el gran capital, la pequeña burguesía espera reconquistar en el futuro su dignidad social con la ruina de los obreros.

Los nazis califican su golpe con el nombre usurpado de revolución. En realidad, en Alemania lo mismo que en Italia, el fascismo deja intocado el sistema social. Tomado en sí mismo, el golpe de Hitler no tiene derecho siquiera al nombre de contrarrevolución. Pero no se puede considerar como un acontecimiento aislado; es la conclusión de un ciclo de golpes que empezaron en Alemania en 1918. La revolución de noviembre, que dio el poder a los soviets obreros y campesinos, fue proletaria en su tendencia fundamental. Pero el partido que estaba al frente del proletariado devolvió el poder a la burguesía. En este sentido, la socialdemocracia abrió la era de la contrarrevolución antes de que la revolución pudiera acabar su labor. Sin embargo, en tanto la burguesía dependía de la socialdemocracia, y, consecuentemente, de los obreros, el régimen conservó elementos de compromiso. A pesar de que la situación interior e internacional no dejaba al capitalismo alemán más lugar para concesiones. Mientras la socialdemocracia salvaba a la burguesía de la revolución proletaria, el fascismo vino a su vez a liberar a la burguesía de la socialdemocracia. El golpe de Hitler es sólo el eslabón final de la cadena de cambios contrarrevolucionarios.

La pequeña burguesía es hostil a la idea de desarrollo, puesto que el desarrollo avanza contra ella; el progreso no le ha traído más que deudas irredimibles. El nacionalsocialismo no sólo rechaza el marxismo, sino también al darwinismo. Los nazis reniegan del materialismo porque las victorias de la tecnología sobre la naturaleza han significado el triunfo del gran capital sobre el pequeño. Los dirigentes del movimiento eliminan el «intelectualismo» porque ellos mismos poseen inteligencias de segundo y tercer orden, y, sobre todo, porque su papel histórico no les permite llevar ni una sola idea hasta su conclusión. La pequeña burguesía necesita una autoridad superior, que esté por encima de lo material y de la historia, y que esté a salvo de la competencia, de la inflación, de las crisis y de las subastas. A la evolución, al pensamiento materialista y al racionalismo –de los siglos veinte, diecinueve y dieciocho, se contrapone en su mente el idealismo nacional como la fuente de inspiración heroica. La nación de Hitler es una sombra mitológica de la pequeña burguesía misma, un delirio patético de un Reich milenario.

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Mi perfil

Julio Carreto:
Ingeniero Civil, Maestría en Administración con especialidad en Comercialización Estratégica.
Diplomado en Mercadotecnia, Diplomado en Administración de Ventas.
Consultor Especialista en Planeación de Negocios, Planeación Estratégica y Comercialización Estratégica.
Catedrático de Maestría, Diplomado y Licenciatura

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